Lo conseguimos, al final las mujeres musulmanas de este país se tendrán que quedar en la puerta del supermercado mientras su marido hace la compra del día, ya no nos dañará la vista esa prenda tan polémica cuando estemos frecuentando cualquier establecimiento público, o se quedan en casa o se esperan en la calle como un perrito obediente espera a su dueño. Que no pretendan venir aquí a imponer su fanatismo cuando una española jamás podría lucir en esas tierras las camisetas de Dolce&Gabbana o las bragas de Hello Kitty. Las leyes están para cumplirlas, ¡hombrepordiós! Porque sí, porque somos un país progresista y hemos de abogar por el progreso.
¿Por el progreso? Reflexionemos. No hay duda de que la imposición del burka es aberrante en todos los aspectos y ni siquiera la palabra tradición la puede justificar. ¿Pero es este el motivo por el cual lo vamos a prohibir? El debate sobre dicha prohibición, además de ser la comidilla de la temporada que mantiene a las masas distraídas y por tanto ajenas a problemas nacionales de mayor calibre, es un tema un tanto espinoso si se trata desde la perspectiva de la mujer que observa tras esa diminuta rendija. Pero eso importa poco a quienes han dado el sí en senado, curiosamente los mismos que aprobaron hace bien poco un panfleto de carácter xenófobo menospreciando al colectivo gitano rumano. Lo que sucede es que cuando el problema está fuera nadie se molesta, a nadie le preocupa la situación de la mujer en el islam, salvo cuando viene aquí a lucir modelito, entonces la cosa cambia y el espectáculo resulta molesto. Por esto mismo nadie ha denunciado todavía que en algunos países de África y Oriente Medio se sigua practicando la mutilación genital femenina, porque nadie la practica en España, o al menos nadie lo ve. Tampoco debemos olvidar que somos uno de los países europeos con más violencia de género, y mientras al año continúen muriendo cientos de mujeres a manos de sus maridos y las sentencias a los maltratadores sigan siendo de risa, - obviamente es una expresión, pues no tiene ni puñetera gracia, - tendremos cosas más importantes de las que preocuparnos a la hora de votar restricciones.
En definitiva, que la democracia ha vuelto a triunfar, la intolerancia disfrazada de discurso humanitario y la hipocresía vuelven a tener razón mientras la barbarie sigue siendo incuestionable más allá de nuestras fronteras, pero mientras tengamos nuestra ley y esas bonitas alambradas en Ceuta y en Melilla para protegernos de ella, no hay de qué preocuparse.
- Kevin Laden -
¿Por el progreso? Reflexionemos. No hay duda de que la imposición del burka es aberrante en todos los aspectos y ni siquiera la palabra tradición la puede justificar. ¿Pero es este el motivo por el cual lo vamos a prohibir? El debate sobre dicha prohibición, además de ser la comidilla de la temporada que mantiene a las masas distraídas y por tanto ajenas a problemas nacionales de mayor calibre, es un tema un tanto espinoso si se trata desde la perspectiva de la mujer que observa tras esa diminuta rendija. Pero eso importa poco a quienes han dado el sí en senado, curiosamente los mismos que aprobaron hace bien poco un panfleto de carácter xenófobo menospreciando al colectivo gitano rumano. Lo que sucede es que cuando el problema está fuera nadie se molesta, a nadie le preocupa la situación de la mujer en el islam, salvo cuando viene aquí a lucir modelito, entonces la cosa cambia y el espectáculo resulta molesto. Por esto mismo nadie ha denunciado todavía que en algunos países de África y Oriente Medio se sigua practicando la mutilación genital femenina, porque nadie la practica en España, o al menos nadie lo ve. Tampoco debemos olvidar que somos uno de los países europeos con más violencia de género, y mientras al año continúen muriendo cientos de mujeres a manos de sus maridos y las sentencias a los maltratadores sigan siendo de risa, - obviamente es una expresión, pues no tiene ni puñetera gracia, - tendremos cosas más importantes de las que preocuparnos a la hora de votar restricciones.
En definitiva, que la democracia ha vuelto a triunfar, la intolerancia disfrazada de discurso humanitario y la hipocresía vuelven a tener razón mientras la barbarie sigue siendo incuestionable más allá de nuestras fronteras, pero mientras tengamos nuestra ley y esas bonitas alambradas en Ceuta y en Melilla para protegernos de ella, no hay de qué preocuparse.
- Kevin Laden -
Se estuvo barajando la posibilidad también de prohibir el simple velo en lugares públicos. Espero que si implantan esto le apliquen el mismo rasero a las monjas que muchas veces van más tapadas que las mujeres islámicas
ResponderEliminarEs inhumano el burka. Es más inhumano aún cohibir las libertades.
ResponderEliminarSaluuud.
No me dejas más opción que suscribir tus argumentos.
ResponderEliminarEs cierto, creo que es un problema mucho más de clase politica que un problema real. A cuantas musulmanas se les ve por alli con el burka puesto, no es para nada representativo de un aspecto social que pueda preocupar a la ciudadania.
El problema de la cuestión radica en los usos, costumbres y machismo exhacerbado que impera en los paises donde la mujer es relegada a ser la exclava de los señores dominantes. Ufff cuando podiamos debatir sobre esto, pero nos falta la cervecita y la terraza, jajaja.