miércoles, 18 de noviembre de 2009

UN ÚLTIMO SUSPIRO


No me importa lo más mínimo que todas estas personas vayan a morir, ni ser yo el verdugo que hará que vuelen en pedazos. Ayer fue el salón de mi casa, hoy será la boda de dos personas a las que no he visto en mi vida. No hay remordimientos, sólo una horrible y vertiginosa taquicardia y sudor, mucho sudor, un sudor espeso que me empapa el rostro sin expresión, que me resbala y me escuece en la mirada, que me recorre los labios y me permite saborearlo, ya sé pues, a qué sabe la venganza.

Sé que voy a dejar de existir, y sé que ellos también perecerán. Madres con sus hijos, maridos con sus mujeres, pero al menos no sabrán jamás lo que duele perder a un ser querido, no sentirán en sus carnes lo que es echarse de menos, todos aguardan el mismo sino, el mismo final que obtuvieron los míos, enterrados entre las ruinas de su propio hogar, bajo cascotes y retratos de familia, con los escombros y la metralla como única sepultura. Hoy soy yo el desalmado, el bárbaro sanguinario y sin nombre propio, sin honor ni homenaje alguno en esta tierra de bastardos. Mataré porque ellos matan, no hay más pretexto, no existe otra razón, y si la existe, nadie me la ha enseñado, ni mi Dios ni mis enemigos, ni aquellos hermanos junto a los que libro esta batalla. Lo único de lo que estoy seguro es de que no soy un asesino, si no un mártir, un insurgente.


La mirada fija en un único punto, la expresión completamente helada, los labios se mueven rezando en silencio una plegaria, le rezan a un Dios que me acogerá en su seno para que no haya más dolor, que me reunirá con mi familia para no volver a separarnos. Mis manos mantienen con entereza el pulso, mis pies empiezan a andar, y avanzo sin vacilar un solo instante, con la firmeza del más impávido. Un paso, otro paso, y otro…, el mundo parece encogerse cada vez más, mientras que la visión se va tornando más clara a pesar de las gotas de sudor que franquean la barrera de mis pobladas cejas, y el corazón retumba a una velocidad pasmosa, pero los nervios, los nervios parecen haber sido forjados con acero puro.

Mientras me acerco, la tensión parece apoderarse poco a poco de los allí presentes, como si el aroma de la mismísima muerte hubiese invadido el lugar, con absoluto sigilo, caminando unos pasos por delante de mí. La desconfianza es palpable, pero nadie dice nada, la música sigue sonando, la gente baila insegura, se entrecruzan las miradas como si se estuvieran diciendo adiós, todo el mundo calla, muchos agarran con fuerza las manos de sus parejas de baile. Ya saben lo que ocurre, saben que no hay salida alguna, yo también lo sé, por eso no miro hacia atrás, si no que miro hacia el cielo esperando ver ya ese umbral del que me hablaron con sonrisas esperanzadoras, cierro los párpados y aprieto con fuerza la mano izquierda, el puño cerrado, mientras que con la otra sostengo el detonador.

El grito de una mujer, ruido de mesas, gente corriendo, un último suspiro…. Allah es grande!

Kevin Laden -




viernes, 13 de noviembre de 2009

VIDAS

Un texto antiguo, de la época del Metroflog, cuando todavía tenía trabajo.
                            

Vidas que dejan de serlo. Salen lentamente de sus hogares cuando la ciudad está roncando, languidecidas, sosegadas, rostros sin expresión alguna que un día lucieron sonrisas, algunos fingen seguir teniéndola, otros reflejan la apatía de quien ya no aspira a nada, pero todos revelan una sumisión automática, una sumisión ya instintiva, involuntaria, subconsciente.

Unos ojos entornados por el sueño examinan la enorme puerta metálica que están apunto de atravesar, la miran como si tuvieran algo que reprenderle, la odian con toda su alma, y al dejarla atrás vuelven la vista un segundo sin detenerse para dejar clara su aversión. Los ojos, y el rostro al que pertenecen, que a su vez pertenece a una vida que ha quedado tras la puerta, se aúnan ahora a otros ojos, a otros rostros que han dejado sus vidas junto a la suya, apiladas en un montoncito bajo la luz crepuscular, esperando que acabe la jornada para que sus respectivos dueños vengan a recogerlas, se las echen al hombro y se las lleven a casa, donde volverán a estar juntos hasta el día siguiente, que serán de nuevo nada, nada esperando como espera un perro a su dueño a la puerta de un comercio, atado a una farola, con la cabeza sobre las patas delanteras, impasible.

Los rostros, sin vida, pero vivos al fin y al cabo, continúan enclaustrados, aislados de todo, viéndose sin mirarse los unos a los otros mientras bucean en sus propios pensamientos. Y ese ruido, ese ruido que para el mundo exterior sólo es música de fondo, tan leve como el sonido del viento, pero tan estentóreo allí dentro, se introduce en medio de sus mentes, irrumpiendo así en sus meditaciones, una mezcla de sonidos espantosos les perturba, gritos, maquinaria, y la música de una vieja emisora de radio que de vez en cuando también se suma sin pedir permiso a la bacanal, estimulando a unos, enloqueciendo a otros, tratando sin éxito de llamar la atención de quien la ignora.

Como activistas en huelga, los minutos parecen haber decidido frenar en seco, sonriendo con guasa, cínicos, entre burlas y cortes de manga, desesperando a aquellos que hacen reclamo de sus servicios. Todo parece envuelto en una tétrica atmósfera de desesperación y hastío, parecida a un denso humo que se cuela por todas partes, asfixiando a cuantos lo inhalan, colándose por cualquier cavidad del alma para ir deteriorándola muy poquito a poco sin que ésta se dé cuenta.

Y así, como si huyeran del sol, se concentran soledades, frustraciones y añoranzas. Condenados al fracaso, viven estos ejércitos de sueños rotos, de espaldas a todo, presos de una rutina asfixiante, y a las puertas de sus cárceles de acero y hormigón, en un estéril y triste montón, sus vidas.

Kevin Laden  -

jueves, 12 de noviembre de 2009

EL CENSOR CIBERNAUTA


Todos alguna vez, movidos por nuestro propio ego, hemos buscado nuestro nombre en Google, por si acaso se decía algo de nosotros, pobres ingenuos. Lo que ya no es tan normal, y huele a un intento desesperado por hacerse notar a toda costa, es lo que el señor rey del pollo asado hace todas las mañanas después de pasarse dos horas y media delante del espejo emulando a De Niro en “Taxi driver”, (¿estás hablando de mí?). Por lo visto el hombre que mancilló la música haciendo rocanrol y que después acusó al pueblo de estar acabando con ella, (Se cree el ladrón que todos son de su condición), se dedica a censurar cualquier medio que ose ultrajarle.



Tras censurar y querellar al portal alasbarricadas.org, el hombre que fue lapidado en el festival Viña rock, el que iba de rockero y vendió su culo una asociación fascista y saqueadora llamada SGAE, este patético personajillo ha conseguido clausurar el canal de videos en Youtube de la conocida revista de humor, El Jueves. Lo que muchos regímenes totalitarios han hecho en sus países, un músico de capa caída pretende conseguirlo en nuestro país, la censura en Internet



¡Por favor, deja de tocar los huevos!

Kevin Laden -

viernes, 6 de noviembre de 2009

LAS SUECAS ESTÁN DE LUTO



Me enteraba un día después de que ocurriese, que este hombre nos había dejado, tras de haber visionado “El verdugo”, una comedia Berlanguiana que no me canso de ver y en la que aparece sólo episódicamente. Durante toda la semana he estado revisando en mi portadeuvedés, todas las películas en las que aparece este genio de la interpretación, volviendo a ver títulos como “La escopeta nacional”, “Plácido” o “Los jueves, milagro”, (casualmente todas ellas del maestro Berlanga) Este tragicómico intérprete consiguió arrancarme una sonrisa como nunca antes lo habían conseguido las estupendas obras del director valenciano. Pero también sirvió esta pérdida para que me decidiera a descargar del emule títulos que nunca había visto, y entre los que destacan “La cabina”, de Antonio Mercero, con un metraje de 35 minutos, esta obra del director de “Verano azul” o “Farmacia de guardia” y guión de José Luis Garci, impactó y sobrecogió a este “veintiunañero” aficionado al cine, (que no experto) con su atmósfera kafkiana y su más que visible crítica social hacia una España posfranquista, inculta y alcahueta.


Más allá de sus papeles de “españolito ligón”, que al contrario de lo que muchos afirman, no lograron encasillarle, José Luis López Vázquez deja en mi portadeuvedés un montón de carcajadas. Aprovecho para darle un humilde homenaje a este maestro de la interpretación.

Descansa en paz.

Kevin Laden -

jueves, 5 de noviembre de 2009

...Y HABLANDO DE TERRORISMO

"Terrorismo: m. Forma violenta de lucha política, mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de temor e inseguridad."

“Forma violenta de lucha política”. Es decir, aquellos que hacen política guiados por la irreflexión más macarra. Ya están más que nombradas las numerosas cruzadas contra enemigos imaginarios y armas invisibles, pero no está demás hacer mención a ellas, un pequeño balance, tan sencillo como el contar las víctimas de los atentados del 11 de septiembre, por ejemplo, y ponerlas al lado de los trocitos de los miles de cadáveres que sintieron en sus carnes las tajantes represalias. Más justos que pecadores, por cierto.

Pero no es este el centro neurálgico de esta reflexión, de la cual por otra parte, no soy pionero. Si no el análisis de la más que acertada definición que hace la RAE de la palabra terrorismo.

…”la creación de un clima de temor e inseguridad”. Y a los hechos me remito, hablando de terrorismo, hablando de un clima de temor e inseguridad, hablando de personas que con vehemencia apuestan por propagar la histeria creando un problema aparentemente fortuito para después vendernos una solución. La atmósfera de inestabilidad es cada vez más palpable, las masas se trastornan, como hormigas sin antenas desconfían los unos de los otros, dejándose guiar por el pánico. Occidente tiembla y no es para menos, guarecidos en sus casas, los humanos observan día tras día como el planeta ampara miles de millones de fatalidades. Desde sus platoes, son los presentadores de los informativos quienes se encargan de contarnos estas truculentas historias que abarcan desde la violación y el asesinato hasta el mismísimo fin de los tiempos. Y el lema es, “¡Que cunda el pánico!”, que es más fácil dominar al populacho si éste está asustado. Y está más bien acojonado.



LA CULTURA DEL ACOJONE


CARIÑO, HAN RAPTADO AL NIÑO
Señoras y señores, anden con mucha cautela, pues el hombre que vendía droga en la puerta de los colegios se ha multiplicado, y ha dejado a un lado la anticuada y obsoleta artimaña de los caramelos para dar paso a toda una nueva generación de secuestradores que ahora mismo podrían estar planeando raptar a su hija. Mírenlo por el lado bueno, perderían una hija pero saldrían en “Tal cual lo contamos”, nadie respetará su dolor, pero, oiga. ¡Saldrá por la tele!

No dejen solos a sus cachorros, enciérrenlos en casa y no les dejen salir si no es acompañados, ya se relacionarán vía “Facebook”. Cualquiera de sus vecinos podría haberles echado ya el ojo. Tengan muchísimo cuidado, pues la estadística juega en su contra y confabula contra ustedes para joderles la vida en cualquier momento, en la próxima esquina puede estar oculto el nuevo Antonio Anglés esperando su oportunidad para escribir otra página en la crónica negra de España y convertir su agonía en un circo mediático para todo el país.



Y ya que tienen a los niños encerrados en casa, proporciónenle una mascarilla a cada uno, de nada sirve prevenir un secuestro si luego acaban infectados. Procuren mantenerlos alejados de los grupos de riesgo y vigilen con lupa su higiene, es muy importante que se laven las manos varias veces al día (con unas quince es suficiente), desinfecten los cubiertos después de cada uso, y eviten a toda costa mantener la calma. Por supuesto lo mismo han de hacer ustedes, evitando el contacto directo con otras personas mediante saludos tales como estrechar la mano o dar dos besos, hagan su vida normal, pero procurando no tocar los pomos de las puertas, manivelas del cuarto de baño, en fin, que si pueden conseguir un traje aislante y una máscara de gas evitarían muchos quebraderos de cabeza, y de paso no estaría de más un spray de pimienta y un par de armaduras de acero forjado por si las moscas.

EL FACTOR HADES
Parece sacado de una novela de Robert Ludlum, pero mucho más apocalíptico a la par que cutre. Un virus mutante muy cabrón amenaza con contaminarnos a todos si no nos lavamos bien las manos. Sólo un hombre puede salvarnos, sólo él posee el antídoto, y si de paso se saca un pico, pues oye, eso que se lleva.



La historia que relataré a continuación sí que es absolutamente veraz, y trataré de plasmar lo mejor posible aquello que estos ojos vieron en un hosco vagón de tren. Justo después de que un amable revisor sellara mi billete, (yo siempre lo compro, lo juro) el convoy hizo parada en Almazora, (una solemne ciudad situada al sureste de Castellón) y en esta solamente subió un hombre de unos sesenta años bastante deslucido. El vagón lo frecuentábamos aquél señor, yo y unas cinco personas más, dos de las cuales, una chica y una señora, estaban ubicadas muy cerca del sujeto.

El hombre, probablemente aquejado de bronquitis, sacó de su bolsillo un pañuelo y empezó a toser enérgicamente. Estuvo un rato sin poder parar, con los ojos repletos de lágrimas y la cara enrojecida, aunque parecía algo no muy excepcional en él, seguramente acostumbrado ya a estos repentinos ataques.

Sin embargo el espectáculo pasó de ser sencillamente desagradable a resultar plenamente lamentable gracias a la penosa reacción de las dos acompañantes del achacoso abuelo, que discretamente abandonaron sus asientos para buscar un lugar donde mantenerse a salvo de aquel aluvión de gérmenes. La chica posó sus nalgas justo al final del vagón, bien lejos del foco infeccioso, por su parte, la mujer vino a sentarse a mi lado, cubriéndose el rostro con un pañuelo.




Sí, señores y señoras, vuestro Narrador y amigo no miente. Recién sacada del congelador y todavía fresquita la noticia de la gripe A, la paranoia ya era manifiesta. La sociedad, crédula y miedica, teme por su salud y por su vida, lo cual viene de puta madre en estos tiempos que corren.

UNA VERDAD MUY CHUNGA
El planeta expira, agoniza, el clima está cambiando, las especies se extinguen, cada vez hay más sequía. Y es todo culpa tuya, todos vamos a morir por tu puñetera culpa, necio. Pero todavía estás a tiempo de enmendar el mal que has hecho, aún puedes arreglar la zapatiesta que has montado. ¿Cómo? Muy sencillo: haz caso a todo lo que te digamos, no es tan difícil. Los residuos en su respectivo contenedor, las bolsas ecológicas, el ahorro de energía…De todo esto depende que dentro de unos años, tu chalet en primera línea de playa no acabe en las profundidades marinas, amigo, de tu estupidez depende el futuro del planeta, y aquí se me calientan ya las teclas.

Muy bien, de puta madre. Estoy de acuerdo y no dudo que hay que ser consecuentes con todo lo que nos rodea. ¿Pero quién puede ser tan estúpido de tragarse los apocalípticos discursos de Al Gore, artífice de la guerra contra Serbia? ¿Quién puede seguir creyendo las arengas de progres concienciados y comprometidos con el cambio climático? Obviamente son preguntas retóricas, pues es evidente que hoy cualquiera se cree ecologista, y a cualquiera le remueven la conciencia los sermones de estos insignes salvadores que son realmente los autores de este crimen biológico.


La pregunta clave es. ¿Seremos algún día capaces de razonar y tomar decisiones por nosotros mismos? ¿Dejaremos algún día de ser gobernados por el pánico? La respuesta me causa pavor…

Kevin Laden -


«[...]Se me ha pedido hablar sobre cuál considero el mayor reto que tiene que afrontar la humanidad y tengo fundamentalmente una respuesta. El mayor reto que tiene que afrontar la humanidad es el reto de distinguir la realidad de la fantasía, la verdad de la propaganda.[...]»

- Michael Crichton, Estado de miedo -
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