lunes, 24 de octubre de 2011

EL IMPERIO DE LOS BUENOS CONTRA EL MALO DE LA PISTOLA DE ORO


Como en toda película el malo siempre ha de ser ajusticiado, no sin antes haber pagado con creces por sus fechorías, en esta superproducción que es la invasión imperialista que desde la pasada primavera ha convertido a Libia en el punto de mira de las garras del neocolonialismo, el villano no podía irse esta vez de rositas. Las cámaras de los teléfonos móviles han retratado lo truculento de una historia que ya no impresiona a nadie, el final de una película de acción con tintes bélicos  que ha contado con sus protagonistas ejerciendo de buenos, unos rebeldes cuya misión consistía en liberar a su patria de la mano de los  eternos pacificadores de la OTAN, expertos en imponer el bien a pepinazo limpio. A este film de producción norteamericana tampoco le ha faltado su clásico malvado, un sanguinario gobernante que ha oprimido a su pueblo con mano de hierro y que recuerda en ocasiones al malo de Aladdín. Pero aunque los títulos de crédito anuncien al mundo entero que la peli ha terminado con el linchamiento público de Muammar el Gadafi, continúa una trama de dudoso final para el pueblo libio y su futuro, a merced de aquellos que dicen ser libertadores pero únicamente saben crear estados fallidos, esos parásitos que llegan en el momento oportuno y se asientan en lugares estratégicos para succionar sus hidrocarburos con ansia voraz.



El malo ha perdido y los buenos lo celebran, aplaude hasta la izquierda más falaz, desde el puño y la rosa hasta los ecologistas otanistas de Equo. Mientras el Nobel de la paz Barack Obama honra por segunda vez un homicidio retransmitido por televisión, la arpía de Hillary Clinton cita y tergiversa irónicamente y entre carcajadas las palabras de Julio César, “we came, we saw, he died”, es decir, nosotros vinimos, nosotros vimos y él murió, solemnizando así, este Imperio de salvadores, otra pequeña victoria aún a pesar de estar hundiéndose lentamente en el fango, asfixiado por la crisis capitalista que ya no logra sostener ni empleando todo su armamento militar. Muy distintas palabras se oyen y se leen cuando les toca hablar a los malditos, a los incómodos que no logran tragarse el argumento de esta película barata, como las que pronuncia el Comandante Fidel Castro en sus siempre lúcidas Reflexiones:   “Esa brutal alianza militar se ha convertido en el más pérfido instrumento de represión que ha conocido la historia de la humanidad”, afirma el compañero Fidel refiriéndose al largo inventario de crímenes que ha perpetrado esa organización terrorista llamada OTAN, y es que si bien Gadafi pereció en manos de los rebeldes libios, resulta muchísimo más que evidente que estos supuestos revolucionarios no son más que los peleles de un mísero espectáculo de marionetas dirigido desde la retaguardia por los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos y que el fallecido mandatario no andaba tan desencaminado al llamar “ratas” a estos infelices que jalean exhibiendo cadáveres y disparan ráfagas al aire, pero son ratas indirectamente y muchos lo son sin saberlo, obedeciendo con ciega fidelidad a quienes los instigan y creyéndose partícipes de una revolución que no es tal.



Por eso me llamó la atención un artículo titulado “El Hombre de la Pistola de Oro” firmado el día 20 de octubre por Miguel-Anxo Murado para la Voz de Galicia, lo leí con estupefacción en un bar de A Coruña justo después de enterarme de la noticia del asesinato de Gadafi y me llamó la atención su guiño cinéfilo y su afán por destacar el detalle de esa pistola de oro que uno de los ajusticiadores exhibía tras habérsela arrebatado supuestamente al cuerpo malherido del coronel. Del desvalijamiento de otro territorio bañado en oro negro, culminado con el cuerpo sin vida de su líder expuesto como trofeo, el autor del citado artículo decide no hacer mención, haciendo hincapié en lugar de ello, en las excentricidades de lo que él califica como un “narcisista” y un “ideólogo enloquecido que se creía destinado a gobernar el mundo”. Olvida, como tantos otros, la gravedad de los hechos y su verdadero motivo, olvida que, como dice Fidel en su artículo firmado el 23 de octubre, el secuestro del cadáver y su posterior exhibición, viola los más elementales principios de las normas musulmanas, e ignora o parece ignorar que el coronel Muammar el Gadafi, padre del socialismo islámico y líder de la Revolución Verde, defendió a su patria y a su pueblo durante 42 años, tras varios intentos de asesinato y no menos bombardeos por parte del imperialismo norteamericano,  dejando en 2010 al estado libio en la cabeza del listado de países africanos con mayor índice de desarrollo humano. Como de costumbre, en esta película os habéis vuelto a equivocar de malo.

-Kevin Laden -

jueves, 13 de octubre de 2011

LAS BRUJAS DE SALEM


Los que padecen miopía política tienden a ver con asombrosa claridad cómo reprimen los estados más totalitarios a miles de kilómetros de distancia. Aseguran ser conocedores de todas las atrocidades que cometen o han cometido los dictadores más sanguinarios, aunque no tuvieran ni idea de quiénes eran estos déspotas antes de que los medios empezaran a pronunciar sus nombres. Pero esta dolencia incluye otro síntoma y es todavía más grave que el primero descrito, el miope político es incapaz de ver aquello que sucede a su alrededor, aunque esté ocurriendo a dos palmos de su propia nariz. Por este motivo, cuando el informativo de la Sexta dedicó medio minuto a informar a la audiencia de que la Policía Nacional se había llevado detenido a un rapero por hacer apología del terrorismo, el espectador medio no vio en esta noticia más que una mera curiosidad, “¿qué habrá dicho ese individuo para haber causado tanto revuelo?”. Algo normal al fin y al cabo, esto ya lo hemos visto más veces, nombres como los de Soziedad Alkohólika, Fermín Muguruza, Banda Bassotti o Los Chikos del Maíz han sonado o se han visto impresos en los medios de comunicación por lo controvertido del contenido que albergan las letras de muchas de sus canciones. Los músicos que ignoran lo que es el miedo y rechazan la clásica ambigüedad disimulada con bonitas palabras y falso compromiso, en ocasiones se convierten en la cruz en el punto de mira de los amos y señores que guardan la perpetuidad de su arcaico caudillaje.


¿Pero qué tiene de diferente la detención de Pablo Hasel a todas estas infamias? Los que no nos fiamos de quienes escupen falacias teñidas de progresismo, lo tenemos claro. La democracia española, patrocinada entre otras, por una cadena como la Sexta, tan versada en desacreditar al gobierno cubano o al proceso revolucionario de Venezuela, retiene a un caminante y se lo lleva esposado, la democracia española registra su casa ante la atónita mirada de su familia, incautando libros, material informático y todo tipo de escritos, la democracia española lo encierra, lo interroga y se encarga de pintarle al rapero cuernos y un tridente. Esta, nuestra ruin democracia de corte hitleriano, consiente y echa la vista hacia otro lado cuando se celebra un concierto neonazi como el del pasado 12 de octubre, haciéndole únicamente mención al vergonzoso evento organizado por el partido legal Democracia Nacional, cuando un grupo de manifestantes antifascistas, todo hay que decirlo, con un par de pelotas, acudieron a chafarles a los cabecitas pelonas, bien protegido por los Mossos de d’esquadra, su glorioso día de la raza. ¿Se sabrían los agentes las canciones de los grupos que actuaban esa noche? No me sorprendería,pero en un país en el que un exfalangista puede optar a un alto cargo en el Partido Popular y la extrema derecha ocupa escaños en los ayuntamientos mientras se retiene e interroga durante horas a un joven que hace rap combativo, lo que deberíamos preguntarnos es, ¿cuándo se dará cuenta la supuesta izquierda de que sus medios informativos no son más que la corte que se encarga de señalar con el dedo y acusar de brujería a todo el que ponga en tela de juicio al sistema del que estos medios son voceros? La caza de brujas que sufren aquellos que hablan sin tapujos no la perpetra la derecha, la perpetra como siempre y sin escrúpulos de ningún tipo el maldito capital.


No obstante, cuando el sistema capitalista flaquea, como está ocurriendo hoy en día, y cada vez son más los que optan por tomar el camino de la insubordinación sin miedo a arder en su hoguera inquisidora, su armadura se endurece y sus mecanismos de defensa se tornan a menudo más agresivos de lo normal, viéndose forzado a recurrir a ignominiosos métodos represivos que para la inmensa mayoría son de lo más comunes, pero que para el resto de los que nunca hemos tenido reparo en considerarnos antisistemas, es un motivo más por el que maldecir sus miserables vidas al tiempo que les agradecemos que al intentar callarnos, nos den más voz.



- Kevin Laden -

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