sábado, 3 de septiembre de 2011

LAS FIESTAS DE MI PUEBLO


Comienzan las fiestas patronales de mi pueblo, en las que como cada año, abogamos sobre todo por la cultura y la diversión para todos los públicos, respetando las tradiciones por encima de cualquier otra cosa. El primer día, como ya es atávica costumbre, damos por inaugurada la semana de festejos lanzando una vaquilla desde lo alto del campanario, para después rematarla atravesándola con una lanza hasta dar por ratificada su muerte, todo esto acompañado de música y pólvora para amenizar el acto. El segundo y tercer día se celebran los tradicionales encierros al agua, que consisten en una carrera de dos kilómetros en la que se sueltan quince morlacos y cinco mansos, culminando el recorrido en la zona portuaria, donde los animales caen al agua y se les da muerte a tiro de escopeta, todo muy limpio y rápido. Por las noches se dan lugar los toros embolados, que con dos bolas de fuego en las astas, son amarrados de los cuernos y arrastrados por todo el recinto mientras los mozos les lanzan dardos con cerbatanas a ritmo del mejor repertorio de sevillanas y pasodobles. Es el cuarto día cuando se prepara en la plaza del ayuntamiento una paella gigante con la carne de los animales sacrificados, en la que es costumbre disputarse a empujones y codazos los mejores y más suculentos pedazos de carne, éste es el día en que más se siente la unidad y la armonía entre los vecinos. A los cinco días se dan lugar a las becerradas, con el fin de que a los más jóvenes también se les permita participar en el noble arte de la lidia, toreando a becerros de muy corta edad, para que de este modo los chavales aprendan a estocar y clavar banderillas como es debido, disfrutando de paso de un espectáculo de lo más apropiado para niños y adolescentes, estos últimos algo bebidos, pero siempre actuando con responsabilidad a la hora de ejercer su tarea. Los dos últimos días concluyen con una suelta de vaquillas por todo el pueblo sin ningún tipo de barrera que limite el recorrido, sueltas en las que cada año mueren decenas de ancianas al verse sorprendidas por los animales cuando sacan las sillitas a la calle.



Aunque no todo es motivo de celebración durante esa semana de festejos, ya que algunos desaprensivos se han dedicado últimamente a tachar de salvajes truculencias nuestras lúdicas actividades, reclamando la prohibición de las mismas. Gentes sin oficio ni beneficio que no tienen nada mejor que hacer que defender a unos animales, que al contrario de nosotros, carecen de un alma y por tanto no son más que criaturas que el Señor ha puesto sobre la tierra para regocijo de los más cristianos y civilizados hombres, criaturas que gracias a su metabolismo y su fuerte constitución, no sienten sino un leve cosquilleo cuando su piel es atravesada por nuestros simpáticos mozos. Lo que pasa es que la sangre es muy escandalosa.

- Kevin Laden -
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