Cuando echábamos la vista atrás podíamos verte ahí sentado, en la última fila, con los codos en la mesa y los rechonchos mofletes apoyados en los nudillos, sudando a más no poder, ansiando que sonara el timbre para salir al recreo y devorar de dos mordiscos tu bocadillo de Nocilla. Te recuerdo y no puedo evitar enternecerme ante una imagen tan patética, pues te he visto en el suelo de un parque, llorando a moco tendido con la rodilla sangrando, cambiando cromos de jugadores del Barça en una esquina cual vendedor de crack. Antes me perseguías porque siempre te tocaba pagar a ti, la perfecta cabeza de turco para jugar a pillarnos unos a otros, fuiste el morlaco de muchos aspirantes a banderillero, eras un ser entrañable, aunque ahora me persigues por motivos muy distintos. El gordito de la clase, el eterno portero en los partidos de fútbol, ese pequeño barrilete que a todos divertía, que a todos caía bien, que siempre sacaba ceros e interrumpía las clases con sonoras flatulencias, quién te ha visto y quién te ve, gordo de mierda.
Ahora ya eres mayorcito, te has convertido en un enorme mastodonte con el escroto velludo y en los ojos la mirada de un bulldog. Te apuntaste a un gimnasio y te atiborraste de batidos energéticos, por culpa de juntarte con los niños a los que tu madre veía con buenos ojos – no como a nosotros – te metiste en un auténtico berenjenal que ni tú mismo comprendes y ahora sacarte de ahí va a ser más complicado que hacerte pasar por un callejón estrecho. Estabas confundido y encontraste al fin tu sitio al lado de gente de tu mismo nivel, todos puros, todos blancos, todos tontos. Siempre suspendiste historia, nunca se te dio muy bien, pero ahora celebras fiestas sin saber qué significan y por eso sé que estarás con el resto de tus amiguitos el próximo 12 de octubre, agitando la bandera y repitiendo las consignas que te han embutido en tu redonda y blanca cabecita rapada, estás haciendo lo correcto, estás limpiando tu país. Tampoco te interesó nunca la política, aunque hoy aplaudas a tu líder con fervor cuando esputa sus arengas en un mitin, brazo en alto, cara al sol. Decidiste instruirte para estar documentado, así que te leíste "el Diario de un skin", te costó lo tuyo pero lograste terminarlo, ya estás preparado para luchar por el poder blanco. Hablas de culto al cuerpo pero te has inyectado ciclos hasta en la vena del cuello, nos miras a todos por encima del hombro desde la suela de nuestros zapatos y hoy hostigas a quienes te defendían a la hora del recreo.
- Kevin Laden -
Ahora ya eres mayorcito, te has convertido en un enorme mastodonte con el escroto velludo y en los ojos la mirada de un bulldog. Te apuntaste a un gimnasio y te atiborraste de batidos energéticos, por culpa de juntarte con los niños a los que tu madre veía con buenos ojos – no como a nosotros – te metiste en un auténtico berenjenal que ni tú mismo comprendes y ahora sacarte de ahí va a ser más complicado que hacerte pasar por un callejón estrecho. Estabas confundido y encontraste al fin tu sitio al lado de gente de tu mismo nivel, todos puros, todos blancos, todos tontos. Siempre suspendiste historia, nunca se te dio muy bien, pero ahora celebras fiestas sin saber qué significan y por eso sé que estarás con el resto de tus amiguitos el próximo 12 de octubre, agitando la bandera y repitiendo las consignas que te han embutido en tu redonda y blanca cabecita rapada, estás haciendo lo correcto, estás limpiando tu país. Tampoco te interesó nunca la política, aunque hoy aplaudas a tu líder con fervor cuando esputa sus arengas en un mitin, brazo en alto, cara al sol. Decidiste instruirte para estar documentado, así que te leíste "el Diario de un skin", te costó lo tuyo pero lograste terminarlo, ya estás preparado para luchar por el poder blanco. Hablas de culto al cuerpo pero te has inyectado ciclos hasta en la vena del cuello, nos miras a todos por encima del hombro desde la suela de nuestros zapatos y hoy hostigas a quienes te defendían a la hora del recreo.
- Kevin Laden -
Genial, me encanta.
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