Las niñas quieren ser falleras también este año, así que papá y mamá, muy satisfechos, se van a matar a hacer horas extras para que la Vane no repita traje y para que a la Lore le quepa el que le están confeccionando, que cuesta un ovario y parte del otro y que va a suponer unos cuantos meses de ayuno para toda la familia, pero lucirlo merece la pena "redéu". Se alzarán pues los monumentos que decorarán nuestras calles durante una semana para deleitarnos con sus mordaces y agudísimas críticas y con su desorbitado presupuesto, por el que glorificaremos al artista que la hizo posible. La población se embriagará por completo de jarana y despiporre, con sus pregones, cabalgatas, presentaciones y demás mierdacas de semejante índole, en una fiesta donde la cultura y el analfabetismo desfilan juntas de la mano entre tracas y flores de colores.
Pero este año vengo preparado, este año la mascletà la monto yo y no serán estos cernícalos los únicos que prendan fuego a las calles de mi querida ciudad, este jodido año pienso pintarme dos franjas horizontales en cada mejilla, voy a estallar en frenéticas carcajadas y a salir a la calle a regodearme en mi enajenación mental transitoria. Una cinta en la frente, un puro entre los dientes y un rifle semiautomático cuya mirilla no hará otra cosa que rastrear desesperadamente en busca de falleras, charangueros y otros infraseres que huirán despavoridos. No habrá piedad, no habrá indultos, tan solo peinetas salpicada de sangre y gente corriendo de un lado para otro, músicos tratando de esconderse tras sus trombones y policías locales intentando neutralizarme sin éxito alguno.
Un alienado guerrillero totalmente carente de escrúpulos va a perturbar la algazara de estas fiestas falleras, un lunático destinado a ser odiado por muchos y admirado por otros tantos. Un pistolero enloquecido que prepara ya su sabotaje con una sonrisa perversa y la mirada perdida, limpiando su arma como el recluta Patoso en “la Chaqueta Metálica”, fantaseando con la estampida que provocará su balacera entre lamentos y sollozos, imaginando su foto en los telediarios y en la descarga de adrenalina que experimentará cuando esquive los balazos de las fuerzas de seguridad a ritmo de algún tema de Motörhead que sonará a todo volumen dentro de su trastornada cabeza. Maldita sea, seré la primera persona en darse el gustazo de terminar de un plumazo con todo este despropósito y acabar con tanto mamoneo generalizado, un soldado raso a las órdenes de su propia esquizofrenia, que sin miramiento alguno hará que hombres y mujeres sucumban a los caprichos de sus revoltosas balas. Preparado está ya éste colérico homicida para la matanza que tendrá lugar estas fallas, o por lo menos en sus sueños más dulces.
-Kevin Laden-
Muchacchooo se te fue la cacerola!
ResponderEliminarYo también odio el olor a buñuelos, los ninots millonarios, fallero/as endeudado/as corriendo a manta por la calle y los borrachos 24h. sin olvidar las charangas y los petardos...
pero te has pasado con lo de que sean tu blanco no?
La verdad es que es muy contradictorio eso de que critiquen al gobierno y al famoseo por la pasta que se gastan y todos los trapis, cuando ellos son los primeros que están de competi gastándose millonadas y, mejor aun, para quemarlo luego, está feo.
Normal que huela a aceite rehusado todo el día, habría que estallarlas antes de hora y dejar un cartita aclaratoria.
Marisombra
Jajaja! Se me fue la cacerola allá por el 89. Parece mentira que os sigáis sorprendiendo.
ResponderEliminarGoogle censura a Enrique Ubieta –la isla desconocida-, pensador, escritor y ensayista… denúncialo.
ResponderEliminarLas fallas serían mejores si se quemaran también a las falleras y a los alcaldes etc... Así si que ganarían turismo. Les odio...
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